martes, 19 de abril de 2011

(otro ensayo) sobre la ceguera

Cada vez que olvido mis ojos
y cojo otros prestados
mi latir se entorpece
y suena roto.
La mirada se pierde,
con aire esquizoide y rápido.
Sueño en diferido
y las palabras piden permiso
al diccionario de la razón.

Si me vuelves a ver
y yo no te veo,
por pura ceguera transitoria,
por favor
acércate,
ciérrame los ojos con dulzura,
y deja que ande
y avance
distraída, a oscuras
pero esbozando a cada paso
trozos de mi nueva claridad.